El espectáculo IKIRU – VIVIR HOMENAJE A PINA BAUSCH, que realizó el bailarín y coreógrafo TADASHI ENDO, el 19 de agosto pasado en el teatro La Comedia, fue una fiesta para los sentidos.
Según el propio pensamiento del maestro Tadashi, “…la vida y la muerte están muy cerca la una de la otra. Si no hay vida, no hay muerte. El nacimiento es el primer camino a la muerte”.
Algo muy similar experimenta el espectador, en presencia de ese hombre, solo, en escena, que se agiganta hasta la dimensión de traspasar, la realidad de un cuerpo, para convertirse nada más, ni nada menos, que en un SER HUMANO. Tadashi, hace realidad este texto maravilloso, de que “el bailarín no debe danzar, el bailarín debe SER DANZADO”, provocando una magia extraordinaria, tan solo con sus gestos, tensiones, rupturas, pausas, aceleraciones, cambios de ritmos, ascetismo, desnudez, y con su alma en estado puro al servicio del espectador, a cual se entrega completamente.
Tadashi, utilizando diferentes técnicas y especialmente las herramientas de la danza Butoh, emociona, sorprende, pero más aún nos hace vibrar, llevándonos a percibir sensaciones y sentimientos, en la piel de nuestro propio cuerpo. Por momentos, transformado en PINA, danza en escena, con la sutileza, la levedad, la fuerza, y carnadura de esa mujer que supo transportar el alma, al movimiento.
Después de haber transitado, por una experiencia única, siguiendo el movimiento de cada músculo de ese cuerpo “blanco”, casi irreal en escena, el maestro, con una humildad increíble y con un compromiso no menor con el que maneja su propio ser en la danza, se permitió hablar a la platea, para pedir que “hagamos algo por un mundo mejor”, aferrándose, y aferrándonos al arte, como un bálsamo para encontrar lo mejor de nosotros mismos.
Por Marcela Vagni
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