Apostar a poner en escena una obra de Heiner Müller, siempre implica un gran desafío. Müller nos introduce en un universo complejo, caótico, perverso, obligando al espectador a mirarse en un espejo, que generalmente refleja lo peor de nosotros mismos.
Esta versión de la obra que cuenta fundamentalmente con buenas actuaciones, personajes que deambulan y acciona todo el tiempo en escena, aunque se desarrollen escenas particulares de cada personaje, carece de variaciones, justamente por abusar de este recurso y no hacer pausas, o transformaciones en la puesta, que modifique el ritmo escénico, para no quedar anclados en una meseta.
La posibilidad de realizar rupturas, cambios en la estructura espacial, temporal, rítmica, generando algún tipo de expectativa y sorpresa, que sostenga el lenguaje oral, provoca que cada acto se asemeje al anterior, generando una sensación de asistir a una sinfonía que reproduce sistemáticamente una misma nota o una misma matriz métrica.
Lo más rescatable, según quien habla, es el desempeño actoral: el esfuerzo físico, vocal, tonal y gestual que despliegan los actores durante la función. Como también, es importante destacar, el compromiso del director y del grupo de animarse a comprometerse con una obra de este tenor, o tan potente, más allá de errores y aciertos.
Teatro La Mueca
Av. Cordoba 5300
VIE 21:00hs
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